Mi cuerpo, nuestros cuerpos se impregnan de lo que viven, su ciudad, su geografía, su gente. Este proceso de creación nace a partir de mi llegada a Guayaquil: descubro mi cuerpo que se reconoce en otras manos, otras miradas, mi cuerpo cambia, se modifica tomando al territorio como fuente de materia expresiva.

La naturaleza se impone y brota donde le place, rebeldía de la vida, orgánico-caótico: árboles, pájaros, luciérnagas, hormigas, agua.

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La ciudad es plana pero está definido por el río, que es circular en el ciclo del agua, el agua de hoy no es la de mañana, como yo, como mi movimiento, como mi danza. Ahí me quedo, en la continuidad, en el transitar, recorrer una calle nueva en una ciudad nueva con un cuerpo nuevo.

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Este trabajo de creación recoge las percepciones de Guayaquil impregnadas en mi cuerpo, con la habilidad del mimetismo de plantas y animales como referente para habitar esta ciudad naturalmente móvil, visual y sonora.